En momentos donde nos jugamos todo, ya que la permanencia se ha vuelto el motor principal de nuestro presente, por movidas ajenas al deporte que ya nos tiene por demás acostumbrados, invito a al pueblo griego a detenernos y reflexionar.
Inquirir nuestro pasado como institución, social y deportiva, arroja multitud de aspectos sobre los cuales profundizar. Desde los remotos tiempos de las domas en el IAVA con Peter, Guille y Tito hasta ser punteros de un campeonato con mas de veinte equipos. Desde la mas cruda infancia deportiva en la canchita de Minas y la rambla sur, hasta el ascenso y campeonato recientemente adquirido. Son casi seis años en los que el soñar no tiene nada que envidiar a lo real.
Son muchas mas las cosas por las cuales festejar este fin de año que los descargos que por momentos nos da ganas de vociferar al inframundo que es Bienestar Universitario. Los tentaculos sociales extienden sus brazos desde el margen litoral del Rio Uruguay hasta el kilometro 28,500 de la interbalnearia, nuestro equipo se ha vuelto Club y desde ese pedestal ya no hay regreso.
Interrogarnos sobre si existe o no un verdadero complot contra estos colores es caldo para otro guiso, pero es innegable que esa mística forma ya parte de nuestro folclore cultural. Nuestra rivalidad acerrima con algunos conjuntos, nuestras verdades acerca del proceder de los organizadores, nuestro desfile de consignas y cánticos alusivos al hurto descarado de puntos, son leyendas vivas en nuestra querencia.
La historia nos demanda hoy dar la otra mejilla para algún día, amenizando una ronda de calivoratos, reconocer que nunca nos rendimos. Que si existen traidores y buchones, alcahuetes y mala leche, cómplices ladinos, amargos o malos deportistas nada tienen que ver con nuestra épico carácter.
Salud a quienes por estos momentos, tiempos de bolsas de cal y arena, les toca defender en el rectángulo estos gloriosos colores que surgen de la mas sincera amistad. No dar el brazo a torcer sera siempre nuestra condición primera.
Gloria eterna al Zoon Politikon BBC
Fiodor Cingivesky,
desde una sórdida celda en Varsovia 1991.